ya no se percibe el aroma de las flores que sembraste y dejé secar,
ya no escucho los gritos de los niños jugando en el parque,
ya ni siquiera puedo distinguir el color de estas paredes.
Me dejaste dentro de ti y aquí no hay ventanas.
Ya no tengo perro que domesticar ni que me ladre,
ya no necesito un reloj porque vivo de tu tiempo,
ya no necesito vivir de tu tiempo porque morí.
porque para estar vivo se necesita sonreír,
porque no sonrío desde que no veo el sol y
tantas otras cosas que dejé allá afuera.
Tu piel de concreto trata de darme calor,
tus pies sucios de historias, de pasado,
de delitos, de deudas por saldar.
Tu rostro tapado por la vergüenza que produce tu trabajo
y para que no puedan reconocerte.
Sé que no seré el último que retendrás,
pero jamás olvidarás que estuve aquí
haciendo en tus costillas un calendario con mis dedos,
adelgazando por la falta de comida y de apetito.
Preguntándome cómo llegué hasta acá si tan sólo fui por cigarrillos.
y por fin pude ver mi rostro en el reflejo.
No me conozco y me enseñaron a no hablarle a los extraños,
aunque tampoco puedo hablar con un pañuelo tapando mi boca.
Esto de estar dentro de ti no puede llamarse vida.
que estar en donde quiera se llama libertad,
que libertad fue lo que me prometiste.
Que a veces las promesas pueden terminar rotas,
que los platos rotos los estoy pagando yo,
que yo no merezco todo esto.
Que esto ya no sé ni qué es ni por qué empezó.
aprendí a hacer y deshacer el nudo de mi garganta y de mis manos.
Preguntándome si allá afuera alguien se sigue preguntando por mí.
No sé qué estará pasando detrás de estas paredes.
Los mismos metros cuadrados que años está cumpliendo hoy mi hija.
Princesa, espero no estés pensando que a papi se le olvidó.
Aunque si se me olvida me haría las cosas un poco más fácil.
Olvidar, a veces, es evitar el dolor.
Que no hay dolor más fuerte que el que se lleva adentro,
que aquí adentro me estoy volviendo loco,
que volverme loco también me facilitaría las cosas.
mi princesa aún más grande y este cuarto aún más pequeño.
No, princesa, no se me olvidó.
Logro llevar bien la cuenta con los nueve dedos que me quedan;
el décimo se fue hace meses a avisarles que sigo vivo.
Se va a poner contenta con la sorpresa.
Yo sólo espero no haber cambiado tanto como para que me reconozca
con esta barba, con estas canas, con estas piernas débiles,
con estos veinte kilos menos y aparentando veinte años más.
cual bolsa de supermercado en la maletera de un carro viejo.
El camino fue corto, tal vez demasiado.
Mi rostro lo cubre una tela oscura que no me deja ver adónde voy.
Me sientan maniatado en una silla, retiran lo que me cubre la cara.
Levanto la mirada y era mi pequeña, ya no tan pequeña,
de la mano de un par de hombres armados
que prometieron no hacerle daño mientras mantuviese la calma.
Qué grande estás, cada vez te pareces más a mamá.
No llores, todo estará bien”, le dije sonriendo.
es la misma que ahora me dice que la mire y me despida.
Yo con el alma rota:
“Princesa, cierra tus ojitos”, le dije temblando.
“Te amo. Papá estará bien. Dale muchos besos de mi parte a mamá.
Tapa tus oídos y canta, yo cantaré contigo.”
y dejé caer las pocas lágrimas que me quedaban:
pero desde acá arriba estaré deseando
que todo esto algún día se te olvide.
Definitivamente esta es una de las entradas que más me ha encantado. A veces cambiar un poco ayuda a mejorar y no hay duda que con cada verso, cada palabra escrita por tus dedos en esta entrada mejoro muchisimo más. ¡EXITOS! y que libro vinotinto te lleve a la cima, porque definitivamente no he leido nada como tus entradas. Y me siento orgullosa de que una persona como tu lleve sangre venezolana en las venas y que seas de mi tierra paraguanera. besos.
ResponderEliminarExcelente escrito Ángel José, sigue así :)
ResponderEliminarOh Angel... si supieras como enamoras a cada mujer con lo que escribes. Besos
ResponderEliminarEste escrito me hace llorar cada vez que lo leo, y nunca me cansare de el! Eres excelente, enamoras con tus letras! Saludos!
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